No hay gobierno municipal, estatal o federal que no sean criticados por lo que hacen o por lo que dejan de hacer. Periodistas de todo género lanzan sus críticas o escriben sus alabanzas sobre el quehacer del funcionario público.
Los periodistas críticos a todo le encuentran sus asegunes, nada les parece bien, todo lo que hace o deja de hacer un gobernante municipal, estatal o federal lleva jiribilla, tintes futuristas o dedicatoria para tal o cual partido, grupo social o sector empresarial. El periodista crítico es el que incomoda, molesta, encabrona al funcionario porque no reconoce nada de lo bueno que hace. Su misión es exhibir a los personajes de la política que tienen responsabilidades públicas sean hombres o mujeres, como entes irresponsables, corruptos, represivos, intolerantes, centaveros, indolentes, impreparados, insensibles, miopes, sordos que no escuchan, ciegos que no ven la realidad que los rodea, soberbios que no escuchan consejo y hasta los acusan de estar poseídos por el demonio y ser proclives al culto a la personalidad.
Al contrario del periodista crítico, está el salamero. El que escribe para ganar favores, afectos personales, reconocimientos. Para el periodista que cultiva el género de la salamería todo lo que hace el presidente municipal o el señor gobernador está bien hecho, no encuentra en sus acciones de gobierno nada que no sea el bien común. Encuentra en el quehacer gubernamental un solo propósito, el beneficio social. Ve al funcionario público como un estadista receptivo que sabe escuchar, que no es represivo, que dialoga, que es sensible a los reclamos sociales, que privilegia el diálogo como mejor instrumento para el entendimiento y solución de toda clase de conflictos. Estos periodistas no incomodan a los funcionarios, por eso los apapachan, los invitan a giras, a conferencias de prensa, les dan calor para que sigan escribiendo de las buenas cosas que hace el gobierno, para que no vean y desde luego no informen de las cosas turbias que en muchos casos hay en el quehacer gubernamental. Los periodistas que cultivan el género de la salamería siempre serán bienvenidos a la cercanía del poder porque son los que cuidan la imagen y defienden a los funcionarios de los embates de los periodistas críticos. Hoy por hoy a esta clase de periodistas se les conoce con apodo de chayoteros.
En medio de los críticos y los salameros está el periodista objetivo el que se preocupa por tener bien informado a sus lectores , el que reconoce las virtudes del gobernante pero también sus defectos, el que critica con sentido de responsabilidad, el que ve lo bueno de las acciones de gobierno pero también el que se fija en lo perverso de su quehacer.
Los periodistas críticos y los salameros son bien reconocidos por sus lectores y no aceptan de buen agrado sus puntos de vista sobre el quehacer político-social del gobernante. El periodista objetivo es el más respetado y más reconocido por los lectores porque tiene la virtud de cumplir con el propósito fundamental de un periodista informar con verdad.
Yo le pregunto a usted amigo lector ¿a cuál de estas tres clases de periodistas prefiere? Al periodista crítico, al periodista salamero y lambiscón o al periodista objetivo.
¿A cuál de estas tres categorías ubican ustedes a quien escribe?