“Fue bastante extraordinario porque sí que vemos tres o cuatro larvas en el cerebro en algunos casos, pero este tenía miles de quistes. No he visto algo así en toda mi carrera y supongo que es raro en otras partes del mundo; razón por la que salió en la revista”, explica Nishanth Dev, en referencia al artículo sobre el caso que él mismo y su colega S. Zafar Abbas publicaron en la New England Journal of Medicine a finales del pasado marzo. Aunque el suceso ocurrió hace cuatro años, la magnitud de la infección subraya la ausencia del control sanitario de los alimentos para evitar una enfermedad tan prevenible como común en países pobres.
La neurocisticercosis es una enfermedad del sistema nervioso central causada por la Taenia solium, el mismo parásito que da lugar a la tenia intestinal, una solitaria del cerdo que puede infectar el tejido muscular y producir quistes en varias zonas del cuerpo. La infección se deriva de la ingestión de huevos del parásito localizados en alimentos contaminados por heces humanas de alguien que lo haya incubado después de comer a un animal infectado. Es decir, puede transmitirse por una mala higiene, por no lavarse las manos después de ir al baño y después manipular alimentos. Aunque puede ser asintomática y tiene buen pronóstico si se trata a tiempo, la neurocisticercosis es la infección de este tipo más frecuente en el mundo y primera causa prevenible de epilepsia, una dolencia que padecen 50 millones de personas, el 80% en países en desarrollo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La neurocisticercosis fue descrita por Aristóteles como la "viruela del cerdo", afecta a entre tres y ocho millones de pacientes en todo el mundo y conlleva, al menos, 50.000 muertes al año. Se creía contraída por personas que habían ingerido excrementos humanos. Posteriormente se demostró que la enfermedad era contraída por aquellos que comían carne de cerdos que se habían alimentado de heces humanas.
“Esta enfermedad se desarrolla cuando alguien ingiere huevos de tenias, que pasan por las heces de organismos infectados por solitarias. Normalmente, sucede a raíz de comer cerdo poco cocinado. Pero lo inusual de este caso es que el paciente era vegetariano”, explica el doctor Nishanth Dev, quien deduce: “En tal situación, sospechamos que los huevos entraron en el sistema [nervioso] del paciente después de consumir agua, vegetales o frutas que estaban contaminados”.
En efecto, la OMS advierte de que la enfermedad no solo se contrae por el consumo de cerdo —un animal cuya carne no es tradicionalmente apreciada por los más de 1.250 millones de indios, ni musulmanes ni hindúes— sino por aguas contaminadas por la solitaria o en condiciones de falta de higiene. Aunque el año pasado India dejó de ser el país en el que más número de personas viven por debajo del umbral de la pobreza (con menos de 1,6 euros al día), adelantado por Nigeria, el subcontinente asiático sigue estando afectado por paupérrimas condiciones sanitarias. Su capital económica, Bombay, por ejemplo, es la ciudad con mayor número de barrios chabolistas y barracones sin sistema de alcantarillado donde se hacinan más de nueve millones de personas: casi la mitad de los 20 millones que habitan la ciudad más poblada y desigual del país.
La OMS y la Organización Mundial de Alimentación y Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) han establecido un programa conjunto que involucra a servicios de salud, educación y veterinarios para controlar el contagio por una enfermedad olvidada cuyos síntomas incluyen dolores crónicos de cabeza, ceguera, convulsiones, meningitis y demencia. Endémica en el sur y sureste asiático, las infecciones por neurocisticercosis también han supuesto un problema grave para los sistemas sanitarios de países latinoamericanos durante décadas y se informa de su incipiente transmisión en países de la región de África subsahariana.
Redacción.