Dirigir un organismo o institución amerita tener no sólo la capacidad técnica y conocer el quehacer del mismo, trátese del servicio público o privado, sino además contar con la empatía y practicar la solidaridad con los trabajadores.

Esta situación se replica en muchas de las oficinas y dependencias de gobierno y como botón de muestra está el caso del actual director del Centro de Ciencias de Sinaloa, Luis León Tavera.

El tipo sin lugar a dudas conoce la parte técnica y operativa por el excelente dominio que tiene de las nuevas tecnologías y su aplicación en las diferentes áreas del conocimiento.

Así lo demostró cuando ocupó la dirección del Museo Interactivo contra las Adicciones (MIA) ubicado a espaldas de Catedral, y en este sexenio le tocó encabezar la reconstrucción del Centro de Ciencias de Sinaloa con un replanteamiento de su operatividad para darle un nuevo enfoque.

Sin embargo, las manifestaciones de inconformidad que empiezan a ser frecuentes en el CCS deja de nuevo en evidencia que poco le interesa involucrarse con los trabajadores de la institución y lo que a ellos les pasa.

Lo malo es que este ambiente de hostilidad al interior puede ser el reflejo de la caída en el aforo de visitas al Centro de Ciencias y el riesgo de convertirlo en un elefante blanco.