Si rasuras al vecino pon tus barbas a remojar, reza el viejo refrán que bien se puede aplicar al derrumbe de un cerro ocurrido hoy en Tlalnepantla, Estado de México, destruyendo tres viviendas que hasta hoy tiene a cuatro personas desaparecidas.

Esta tragedia se puede repetir en muchos lugares del territorio nacional y Culiacán no es la excepción.

Por años, los medios de comunicación han denunciado públicamente la gran cantidad de casas que se han levantado en zonas de riesgo, construidas en las faldas de los cerros o bien sobre arroyos que atraviesan la ciudad y que con las crecientes de las corrientes ponen en peligro a la población.

Aquí basta mencionar algunas colonias como la Renato Vega Amador, Bicentenario, Ampliación 5 de Febrero y La Cascada, por citar sólo cuatro ejemplos que sirvan de botón de muestra.

Es una irresponsabilidad del gobierno municipal permitir que estas viviendas continúen en esos lugares, a sabiendas del peligro que corren. En cualquier momento pueden ocurrir los deslaves de los cerros y las tragedias serán inevitables.

Es irresponsable no actuar a tiempo y la omisión también es pecado.