Hace un año, en 2020, los meses de junio y julio resultaron ser los más catastróficos por la letalidad que registraron a causa de la pandemia de coronavirus en Sinaloa.

Era la primera gran ola de contagios que había sembrado el miedo de la población que asoció las palabras coronavirus y Covid como sinónimos de muerte.

Fue justamente en esos dos meses que la pandemia alcanzó los mayores índices de contagios y muertes. En junio 2020 se contagiaron 5 mil 172 personas y fallecieron 859. En julio fueron 4 mil 594 contagios y 883 defunciones, un promedio de 28 personas fallecieron cada día, una cifra altísima.

El estado de contingencia sanitaria obligó al confinamiento de las personas en sus casas con todo y el quebranto económico que ello representó.

Un año después, este mes de junio de 2021, cuando la incidencia de contagios vislumbraba el fin de la pandemia y el avance en los programas de vacunación daba la esperanza de que la pesadilla terminara, la población empezó a resentir una nueva ola de contagios.

En datos fríos, este mes de junio las autoridades de Salud reportaron 3 mil 150 contagios y 197 fallecimientos, cuando el mes anterior había registraron 1 mil 210 contagios y 181 muertes, las cifras más bajas desde mayo del año pasado.

El repunte no sólo detuvo a las autoridades en su intención de que el próximo ciclo escolar iniciara en forma presencial, sino que puso a la sociedad en la disyuntiva de ponderar la vida sobre la situación económica nuevamente y, por lo pronto, este día la medida fue reducir los aforos de personas en restaurantes, plazas comerciales, salones de eventos, transporte, playas y demás.

La esperanza puesta en la vacuna y el empoderamiento de la gente para poder controlar de nuevo la situación de pandemia es el único camino para evitar un nuevo confinamiento que se traduciría en un desastre económico que a nadie conviene.