Aunque el año pasado fue realmente poca la lluvia que cayó en suelo sinaloense, se espera que ese año las precipitaciones sean más y más abundantes, en aras de que mejore el panorama de los sectores económicos, principalmente la agricultura y la ganadería que en gran parte dependen del agua captada en las presas.

Un total de 14 a 18 tormentas tropicales con nombre, donde 6 a 10 de estas se convertirían en huracanes categoría I y II, y otras de 4 a 6 serán huracanes mayores con la categoría III, IV, V o más.

Hablar de ciclones es hablar de la posibilidad de que el fenómeno meteorológico ponga en peligro a la población, sobre todo en un Sinaloa con muchas zonas inundables todavía.

Por citar sólo la capital del estado, Culiacán, son muchas las colonias por las que atraviesan los 57 arroyos por los que el agua de la lluvia baja a los ríos y los que, en caso de no estar completamente desazolvados se convierten en un peligro de muerte, como ha ocurrido en los últimos años, lamentablemente.

El arroyo del Piojo y el dren Bacurimí son quizás en estos momentos dos de los más largos y caudalosos en los cuales se descargan gran parte del agua de lluvia para ser trasladada a los ríos y éstos a su vez al mar.

Ojalá, pues que los trabajos comenzados en ambos tengan un final feliz y más que convertirse en una amenaza sean la solución a las inundaciones de las muchas colonias por donde atraviesan.