Culiacán. Roberto N., es un joven migrante hondureño, que salió de su país hace un mes con una chamarra, una gorra y una mochila cargando en el hombro el sueño y deseo de llegar a Nueva York.

Él como cientos centroamericanos salen huyendo del crimen organizado, la pobreza y el hambre, que azotan al país, desde hace años. A eso se suma, la pandemia del coronavirus, un mal que llegó para agravar la situación, por lo cual se ha vuelto insostenible, sostiene, a un costado de las vías del tren en Culiacán, pues los niveles de violencia han rebasado a las autoridades, incluso a las fuerzas federales y al Ejército.

Sobre ello, esto comentó

Yo vengo de la ciudad de Comayagua –centro del país- en mi país hay poco empleo y cuando consigues trabajo lo que te dan son 130 lempiras -107 pesos mexicanos- por día, las cosas están caras y se está poniendo la situación más difícil, es por eso que emigramos con la misión de llegar a los Estados Unidos.

Con la bendición de Dios para llegar a los EEUU, es él quien abre las puertas para llegar. En algunos lugares bajo la pandemia, mientras en otros se multiplicó. Las Maras, las pandillas, el secuestro sigue igual, es triste la situación del país. Muchos de lo que emigran son graduados, pero no hay trabajo y es mal pagado, dijo

Para Roberto N., Dios lo ha cuidado en su viaje, pues ha visto como han caído otros centroamericanos, a manos de la delincuencia, de las policías, de migración o la traición de otros viajeros de la región, al entregarlos por unos pesos para comer. En su caso, todo lo ha librado por Dios, y asegura que Dios lo llevará a Nueva York sano y salvo para iniciar una nueva vida. Y aseguró que no siente tristeza por su familia que se quedó en Honduras.

Roberto salió de su país con dos amigos, quienes fueron detenidos en un punto migratorio de Chiapas, y deportados. Además, cuenta que sufren mucho los niños y las mujeres que hacen el viaje.

Humberto Ramírez